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Tarruella Trenchs Studio diseña el Hotel Arima de San Sebastián

El Hotel Arima, que ha diseñado Tarruella Trenchs Studio, disfruta de un emplazamiento en un entorno privilegiado de San Sebastián, junto al bosque de Miramón, en un enclave natural encaramado sobre una de las dunas de Donostia y a pocos metros del parque tecnológico y del Basque Culinary Center. El hotel se integra en el edificio Senso, un singular espacio que alberga residencia de estudiantes, cafetería, salas de convenciones, aulas de cocina y un gimnasio-spa, todos ellos afines a unos valores centrados en la sostenibilidad y la pasión por la naturaleza.

La premisa principal del proyecto era diseñar un hotel atemporal en el que las inspiradoras vistas sobre el bosque de Miramón dominaran la escena.

El lobby subraya esta conexión entre el exterior y el interior: para ello se otorga continuidad al revestimiento de fachada de lamas de aluminio en el interior del edificio, dotándolas de matices más cálidos gracias a un revestimiento de madera, mientras que el pavimento exterior de piedra blanca se adentra también en lobby, pasillo y habitaciones.

Por otro lado, las grandes dimensiones del lobby exigían un ejercicio de organización y creación de espacios acogedores que impidieran que todo aquel que cruzara el umbral de la puerta se sintiera intimidado. Con este objetivo, se introducen dos elementos verticales que ayudan a ubicar al viajero: por un lado, una estantería de madera de roble teñido en tonos oscuros que sitúa la recepción y en cuyo frontal se emplaza un volumen de mármol blanco de líneas muy puras y “L” de cuero para atender a los clientes; en contraposición, se erige un volumen de hierro negro que oculta el acceso a los ascensores y escaleras y que opera como estantería de libros y chimenea, aportando calidez. Frente a este segundo módulo se ubican mesas de madera y piedra junto a sillas tapizadas en las que tomar un tentempié o un cóctel de bienvenida mientras se realiza el check in.

Junto a la fachada que da al bosque Miramón se organizan muebles bajos y lámparas decorativas en torno a pufs de cuero y alfombras que enmarcan el espacio, procurando no entorpecer las vistas sobre la naturaleza a la vez que se crean espacios acogedores y versátiles. Junto a la entrada, por otro lado, una mesa comunal de grandes dimensiones con acceso a internet e impresora, iluminada mediante una lámpara colgante de hierro, genera un espacio de coworking. Un juego de macetas con vegetación funciona como filtro para generar separación de este espacio respecto al resto del lobby. Junto a la fachada, aparece una mesa de reuniones de madera para una pequeña reunión informal.

En las habitaciones se introducen muebles de líneas puras y materiales nobles con un diseño atemporal que a la vez resulte acogedor. La clave, al igual que en el lobby, es resaltar las vistas y la luz natural, factores que se potencian mediante la ubicación estratégica de espejos.

Las habitaciones no son excesivamente espaciosas y el mobiliario debía ser multifunción. Ello se observa, por ejemplo en la estantería para la cafetera que a su vez hace de escritorio, mientras que el volumen del minibar es un cubo negro sin pretensiones ornamentales, puro y sencillo, que puede cubrir varias funciones.

Un volumen de vidrio tintado negro alberga, en cada habitación, el baño y el armario. Es parcialmente opacitado de manera que funciona como lámpara y aporta luz natural al baño. En cuanto a los materiales, los baños utilizan gres porcelánico de gran formato y revestimientos de Krion combinados con elementos de madera para otorgar calidez al espacio.

Finalmente, los pasillos, al ser muy largos, se teatralizaron mediante la iluminación, creando escenas, juegos de luces y mini esculturas de luz que crean una atmósfera muy especial. Al lado de las ventanas se colocan espejos de grandes dimensiones con marcos de hierro que amplían las vistas.

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