Reportajes

Monouso: ecodiseño

La mayor concienciación de los consumidores y las nuevas leyes sobre envases abren el camino para los biomateriales en los productos monouso. Por este motivo, el desarrollo de alternativas biodegradables y orgánicas se convierte en una oportunidad.

La sostenibilidad es el factor que más intensamente está marcando la innovación en la industria del monouso. La mayor concienciación medioambiental de los consumidores y la obligatoria adaptación a un nuevo contexto legislativo aceleran la marcha hacia un futuro más verde para el packaging. Los fabricantes de esta clase de productos llevan más de una década innovando en este ámbito, incorporando procesos, prácticas y materiales que minimicen el impacto de su actividad en el entorno. Conceptos como ecodiseño, reducción, reutilización y reciclaje son más necesarios que nunca en el nuevo paradigma de la economía circular.

Nuevo marco legislativo

La llegada de diversas novedades legislativas, a nivel europeo, estatal y autonómico, plantea cambios que afectan de lleno al sector del monouso. En 2022 se aprobaba el Real Decreto de Envases y Residuos, y la Ley de Residuos y Suelos Contaminados, que entre otras normativas transpone la Directiva Europea de Plásticos de un Solo Uso (SUP), que entró en vigor en 2021 en la Unión Europea. Además, los objetivos de la Estrategia de Europea de Plásticos publicada en 2018 determinan que en 2030 todos los envases de plástico deben ser 100% reciclables, compostables o reutilizables. Este nuevo marco legislativo fija, entre otras medidas, objetivos en materia de reducción de residuos de envase, en el aumento del reciclado y reutilización, en contenido mínimo obligatorio de plástico reciclado en los envases, en etiquetado y marcaje de los envases para indicar su grado de sostenibilidad, y en la posible implantación de un Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR) para envases reutilizables o de un solo uso.

En este proceso hacia una mayor sostenibilidad el debate parece centrado en la reducción de los materiales y en la eliminación del plástico, aunque cualquier material de envase debe utilizarse optimizando al máximo los recursos para conseguir la menor huella ambiental posible. Las 3R (reducir, reciclar y reutilizar) deben tenerse en cuenta desde el proceso completo de desarrollo de un producto desechable: desde su ecodiseño a su reciclado, pasando por la selección de los materiales más adecuados para cada caso, la optimización energética, las fases de producción y transformación, la mejora del transporte, su uso, además de los sistemas de gestión de residuos y valoración. La reutilización debería ser la primera opción para un envase sostenible, ya que es la “R” que mejor previene la generación de nuevos envases y residuos, reduciendo el gasto en recursos al aprovechar los productos existentes el número de veces que se considere óptimo. Sin embargo, la complejidad logística y operativa que supone su implantación sumada a la ausencia, por el momento, de sistemas de retorno hacen que sea una alternativa que pase a segundo plano. En cuanto al reciclado, está impulsado por las novedades legislativas que promueven el diseño de envases fácilmente reciclables y que incorporen un alto porcentaje de material reciclado. Un reto es reintroducir materiales y plásticos reciclados en el proceso de producción de estos productos sin perjuicio de la seguridad alimentaria y de la salud del consumidor. En este sentido se están investigando procesos de limpieza, descontaminación y reciclado que lo permitan, igual que ya es posible hacer con el plástico PET. También se está innovando en nuevos materiales procedentes de fuentes renovables. Son los llamados bioplásticos, algunos de ellos biodegradables o compostables. Residuos vegetales procedentes de frutas y verduras, la caña de azúcar, la cáscara de arroz o las algas son la materia prima de estos materiales alternativos.

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