La elevada competitividad actual de los gimnasios dentro los hoteles, unida a las cada vez más exigentes demandas de los huéspedes, ha producido un mayor foco en su diseño. Tradicionalmente, los hoteles no consideraban la planificación del gimnasio o zona fitness como una parte integral del proyecto. En la actualidad, esto ha cambiado gracias a aspectos como un correcto uso del color, ventilación, iluminación y distribución de los espacios, dando como resultado una atmósfera fundamental para mantener a los huéspedes motivados.
Para Rafael Rodríguez, CEO de Etenon Fitness, “un gimnasio bien diseñado no solo añade valor a la experiencia del huésped, sino que se convierte en un factor decisivo a la hora de elegir hotel. Cada vez más viajeros priorizan el cuidado de su salud y buscan instalaciones donde puedan mantener su rutina de ejercicio. Esto se traduce en una mejora de la satisfacción del cliente, mayor fidelización y una ventaja competitiva clara frente a otros establecimientos”.
Por su parte, Gabriel Manzano, marketing manager de Thomas Wellness Group, considera que, “cuando se diseña con foco en experiencia, ocupación y costes operativos, el gimnasio mejora ADR/RevPar, fideliza y diferencia la propuesta de valor. La evidencia del sector muestra que el bienestar y el fitness elevan la satisfacción y la lealtad del huésped, impactando positivamente en ingresos ancilares y repetición. Ahora bien, la rentabilidad no depende del tamaño, sino de ajuste al perfil de cliente del hotel (negocio, vacacional, lujo, urbano…) y a los picos de uso; diseño del espacio (zonificación clara y equipamiento versátil) para maximizar horas de uso por m2; operación y mantenimiento controlados (selección de materiales y equipos duraderos y servicio postventa ágil)”.
También coincide Francisco Font Albiol, gerente de F&H Fitness Equipaments, en que “montar un gimnasio en un hotel supone mayores beneficios para el negocio. Tener un circuito de máquinas de gimnasio entre los servicios de un hotel se define, hoy en día, como una manera eficiente y novedosa de lograr mejorar su reputación y fidelizar clientes. Se crea una nueva línea de negocio, además de la organización de eventos o la oferta de determinados packs en función de la época del año. Tener un espacio dedicado a la cultura del fitness abre una nueva línea de negocio a la que unirse para conseguir el éxito, además de aumentar el valor de sus instalaciones”.
Además, Alfonso Torres, director comercial de Gabarró Hermanos, señala que “incluir un gimnasio en instalaciones como hoteles, resorts, centros deportivos o, incluso, en determinados espacios residenciales añade valor percibido y se traduce, en muchos casos, en una ventaja competitiva. No se trata únicamente de rentabilidad económica directa, sino también de posicionamiento y fidelización del cliente. El usuario actual espera este tipo de servicios como parte de una experiencia completa, por lo que integrarlo contribuye a mejorar la propuesta global del espacio”.
Cuando se decide dónde estará ubicado el gimnasio dentro del hotel, hay que tener en cuenta su aforo medio y máximo en función del uso que se le vaya a dar. Por tanto, hay que tener claro cuánto espacio hay disponible para saber cuál es el aforo máximo permitido en el gimnasio y cuál es la expectativa del hotel respecto al potencial número de huéspedes. Para proyectarlo correctamente, hay que considerar que una buena aproximación va de 1,2 a 1,4 personas por m2 construido. Estos números son alcanzables siempre y cuando al menos el 65 % de toda la superficie esté destinada a zonas de producción como salas de musculación, de fitness, sauna e, incluso, piscinas, etc. Conociendo este dato, más los metros cuadrados de los que disponga la sala, se podrá repartir mucho mejor el espacio.
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