Reportajes

Economía circular

Un desafío ineludible

La transición hacia una economía circular es un desafío ineludible para sectores con una alta huella ambiental como el hotelero. En su búsqueda por reducir el impacto medioambiental, están integrando principios de circularidad en sus operaciones, un cambio no solo responde a las demandas de sostenibilidad de los consumidores, sino que también impulsa la eficiencia operativa y la rentabilidad a largo plazo.

Por Isabel Fernández

©Freepik

Aunque el transporte es la principal fuente de emisiones en el sector turístico, representando el 40 % del total, el alojamiento también contribuye significativamente a la huella de carbono. Según la Organización Mundial del Turismo (OMT), la industria hotelera es responsable del 1 % de las emisiones globales de CO2, una cifra que podría aumentar debido al crecimiento de la demanda. En Europa, HOTREC, la asociación europea de hoteles, restaurantes y cafeterías , estima que los hoteles representan el 20 % de las emisiones del sector turístico.

A la vez, las emisiones de los alojamientos, que se calculan multiplicando el número de turistas por la duración de su estancia y un factor de emisión de CO2 por noche y huésped, se estimaban en un promedio de 19 kg de CO2 por noche para huéspedes internacionales y 11,5 kg para huéspedes nacionales, según un estudio de la OMT en 2008. Sin embargo, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) señala que estas emisiones podrían reducirse entre un 30 % y un 40% mediante la adopción de nuevas tecnologías y fuentes de energía renovables.

Por otro lado, el Barómetro Europeo del Alojamiento de Statista (2024) revela que hasta un 45 % de los gestores de hoteles en España cree que el cambio climático tendrá un impacto alto o muy alto en sus negocios en los próximos tres años. Además, hay que tener en cuenta los compromisos de la Unión Europea para alcanzar la neutralidad climática en 2050.

Según Maria Canals, building segment director de Schneider Electric, «“e»n el contexto actual de emergencia climática, los hoteles juegan un papel clave en la transición hacia un modelo de turismo más sostenible y bajo en carbono. Según el Pacto Verde Europeo, el sector debe reducir sus emisiones un 66 % para 2030 y un 90 % para 2050. Para lograrlo, la sostenibilidad debe dejar de ser un añadido y convertirse en el eje estructural de cada decisión. Un hotel verdaderamente sostenible y circular debe contar con una estrategia clara que combine eficiencia energética, optimización de recursos y reducción del impacto ambiental en todas sus operaciones. Esto incluye una gestión eficiente de residuos, el uso de materiales de bajo impacto, la reducción del consumo de agua mediante soluciones inteligentes y, sobre todo, la integración de tecnologías que permitan medir, analizar y mejorar en tiempo real. La digitalización y el análisis de datos son clave para transformar grandes volúmenes de información operativa en decisiones estratégicas, facilitando una gestión más precisa, ágil y sostenible. De esta forma, la economía circular en el ámbito hotelero deja de ser una aspiración y se convierte en una práctica viable, escalable y alineada con los compromisos globales de sostenibilidad».

Asimismo, Meritxell Esquius, jefe de Marketing de Loxone, considera que, «para que un hotel sea realmente sostenible y cumpla con los principios de economía circular, lo esencial es ir más allá de etiquetas y certificaciones. Se trata de integrar una filosofía que tenga en cuenta todo el ciclo de vida de los recursos, desde la construcción hasta la forma de control diaria del edificio. Así que no solo es cuestión de materiales o reciclaje, sino de cómo gestionan los recursos de forma continua. Los hoteles que realmente marcan la diferencia son los que piensan en cómo actualizar y hacer que su edificio sea cada vez más eficiente, flexible y preparado para el futuro; controlan y optimizan su consumo energético mientras velan por cuidar el confort para el huésped; apuestan por el autoconsumo, aprovechando al máximo la energía que generan; evitan los desperdicios invisibles, como tener la climatización encendida en habitaciones vacías o luces funcionando sin necesidad y se apoyan en sistemas que les permiten hacer un mantenimiento más duradero, así como adaptarse a cambios, por ejemplo, con sistemas que con software se actualizan y alargan la vida útil de sus equipos físicos».

Por su parte, Michael Van Os, responsable del Canal Hospitality de Cosentino, cree que, «en primer lugar, debemos estar ante un proyecto creíble y con una estrategia real e integral de sostenibilidad en la que se prime calidad en vez de cantidad y que avale una forma de hacer las cosas seria y sostenible, primando el confort, la correcta habitabilidad y la eficiencia en todas las áreas de gestión. Luego, por supuesto, esto se debe trazar y aterrizar. La `letra’ se plasma en sistemas de gestión reales, basados en normas ISO, así como en las certificaciones de sostenibilidad tipo LEED® o BREEAM®, entre otras».

Además, Ignacio Abati, director general de ista, opina que «un hotel verdaderamente sostenible debe ir más allá del simple cumplimiento normativo. Debe incorporar una gestión integral de los recursos, especialmente los de climatización, energía y agua, que esté basada en la eficiencia, la reutilización y la monitorización continua. En términos de economía circular, esto implica reducir al máximo el desperdicio, apostar por sistemas de energía limpia, utilizar materiales reciclables y duraderos en sus instalaciones, y ofrecer una experiencia al huésped que esté alienada con valores medioambientales. Además, la sostenibilidad debe integrarse desde el diseño y la construcción hasta la operación diaria del hotel».

Reducción de la factura

Teniendo en cuenta los datos recogidos en el proyecto europeo CHOSE, centrado en la eficiencia energética en el sector hotelero, los hoteles europeos consumieron 39 TWh (teravatios hora) en el año 2000, la mitad correspondieron a electricidad generada principalmente a partir de fuentes fósiles. Del mismo modo, según la Comisión Europea, la electricidad representa el 40 % del consumo energético total de un hotel, con un 45 % destinado a la iluminación.

Estudios como el del proyecto HES también indican que los hoteles tienen el potencial de ahorrar entre un 10 % y un 15 % de la energía que consumen, dependiendo de factores como la antigüedad del edificio, su tamaño y los procedimientos de mantenimiento. La Comisión Europea estima ahorros adicionales del 15 % al 20 % en calefacción; del 5 % al 30 % en refrigeración; del 40 % al 70 % en agua caliente, y del 7 % al 60 % en iluminación.

Desde Salvador Escoda, Toni Salvador Noya, product manager de Calidad Aire Interior y Purificación, Pedro García, jefe de la División Energía & Renovables, y Toni Verge, jefe de la División Climatización, aseguran que «el hotelero dispone de diversas soluciones y sistemas para reducir su facturación energética en distintas áreas del hotel. Algunas de las opciones más comunes incluyen: mejorar el aislamiento del edificio utilizando materiales de alta eficiencia en paredes, techos y ventanas, y sellar adecuadamente su filtración del aire; implementar sistemas de gestión inteligente que optimicen el uso de climatización, iluminación y ventilación basándose en la ocupación y las condiciones ambientales; utilizar sistemas de gestión de energía o plataformas que monitoreen y controlen el consumo energético en tiempo real, identificando ineficiencias y aplicando correcciones para optimizar el uso de energía; instalar sistemas que aprovechen el calor residual de equipos y procesos, utilizándolo para calentar agua o precalentar aire fresco, reduciendo la necesidad de energía adicional; emplear bombas de calor para transferir calor de fuentes renovables, como aire o agua, y proporcionar calefacción o agua caliente de manera eficiente; instalar paneles solares (módulos solares fotovoltaicos y térmicos) para generar electricidad y para el calentamiento de agua, reduciendo la dependencia de fuentes de energía convencionales; y utilizar equipos de alta eficiencia energética y tecnologías de inducción en la cocina, y optimizar los procesos de lavandería para reducir el consumo de agua y energía. En el ámbito de la climatización, existen múltiples soluciones que permiten reducir el consumo energético. Los sistemas de caudal variable (VRF), las unidades de aerotermia y las bombas de calor de alta eficiencia para producción de agua caliente sanitaria (ACS) permiten adaptar la demanda energética del hotel al uso real, lo cual supone un ahorro significativo frente a sistemas tradicionales. Además, el uso de sistemas de control centralizado permite gestionar zonas de forma independiente, optimizar la operación de los equipos y evitar consumos innecesarios. La renovación de equipos antiguos por unidades más eficientes es, sin duda, una de las inversiones más rentables a corto y medio plazo».

Según Marta Tomás, directora de Energías Renovables y Proyectos de Eurofred, «actualmente, reducir significativamente la facturación energética pasa por integrar soluciones de máxima eficiencia, que aseguren el rendimiento y tengan un consumo mínimo. La climatización es una palanca clave, pues consume entre un 50 % y un 60 % de la energía total de un hotel medio. Reducir este porcentaje requiere de aplicar tecnologías como bombas de calor aerotérmicas y sistemas híbridos que ofrezcan climatización y también agua caliente sanitaria durante todo el año. Al centralizar ambas instalaciones es posible generar ahorros, que pueden incrementarse al hibridar fuentes renovables como la fotovoltaica o la solar térmica. Adicionalmente, contar con sistemas inteligentes y de regulación digital permite monitorizar y optimizar el rendimiento en tiempo real, logrando una máxima eficiencia energética».

Por otro lado, David García, product manager de Sistemas de Control de Simon, indica que «los hoteleros disponen de diversas soluciones para optimizar sus consumos. Una de las más efectivas es contar con una iluminación eficiente, basada en tecnología LED y sistemas de control que ajusten el encendido según la presencia de personas o con la cantidad de luz natural disponible. También es fundamental implementar sistemas de climatización y ventilación inteligente, que regulen automáticamente la temperatura, evitando un uso innecesario de energía. La gestión energética de sensores y automatización contribuye de forma significativa a optimizar el rendimiento de los recursos del edificio. Finalmente, la monitorización constante de los consumos ayuda a detectar ineficiencias y ajustar el funcionamiento general del hotel en tiempo real. Todo esto configura un modelo de gestión energética más consciente, flexible y alineado con los principios de sostenibilidad operativa».

Con respecto al agua, Álvaro García, regional área manager y responsable de Proyectos y Prescripción de la Zona Norte de Presto Ibérica, apunta que «existen muchos sistemas, como la reducción de caudales gracias a los aireadores o reductores de caudal en los puntos de consumo, pero sin provocar la pérdida de confort del usuario; la implantación de griferías temporizadas y/o electrónicas, evitando que los grifos se queden abiertos vertiendo agua sin control; sistemas de monitorización y control de consumos de agua para concienciarse y buscar el ahorro; sistemas de apertura en frío en las griferías monomando reduciendo así el consumo energético de ACS; sistemas de reutilización de aguas grises, etc.».

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