Bodegas Roda lanza la segunda añada de su vino blanco, Roda I Blanco 2020, con un amplio futuro por delante, no solo por la capacidad de guarda de este vino gastronómico y original, sino por lo que aguardan las futuras añadas que ya están criándose en bodega.
Este gran vino blanco riojano vio la luz el año pasado, con su añada 2019, tras varios años de pruebas y perfeccionamiento. Para su elaboración, se seleccionan viñas situadas en las cabezadas de los viñedos viejos localizados en el entorno de la bodega.
La viura es la variedad mayoritaria en este vino, aunque también contiene una pequeña parte de malvasía de rioja y garnacha blanca; las tres, variedades tradicionales riojanas con las que se elaboran los grandes clásicos blancos de la Denominación de Origen Calificada. En su crianza se emplean bocoyes y tinas de roble francés, donde permanece durante 18 meses, a los que se suman 18 meses más en botella, antes de salir de la bodega.
Roda I Blanco 2020 es intenso en nariz, con notas cítricas de pomelo, que se conjugan con las del membrillo, el melocotón y el toque floral del saúco. En boca, la plenitud, el volumen y la frescura definen a este vino original y rico en matices. La madera está perfectamente integrada y vuelven los sabores del melocotón, del membrillo y el pomelo que, junto con la flor de saúco, dejan una sensación de golosura, sutil amargor y frescura en su justo punto. También aparece una sensación mineral, con una textura elegante marcada por un tanino delicioso. Un vino que evoluciona a la perfección en botella y que puede acompañar toda una comida.
La idea de elaborar un blanco con el estilo de Roda surgió hace casi una década, y durante este tiempo, el equipo técnico trabajó en el origen, el perfil y la vocación de guarda del vino, hasta que por fin vio la luz en 2019.
Roda I Blanco se elabora a partir de las viñas situadas en las cabezadas de viñedos viejos. La orografía de la zona de Haro está formada por pequeñas lomas de viña cultivadas a todos los vientos, por lo que estas localizaciones más elevadas, son terrenos muy pobres y erosionados. Por este motivo, estos terrenos se destinaban para plantar variedades blancas más vigorosas y productivas que la tempranillo. Junto a la viura, la malvasía de Rioja y la garnacha blanca, también se plantaban otras variedades que se utilizaban para el consumo de mesa, como la calagraño y la moscatel, que en este caso se descartan.
Las viñas para este vino, por tanto, se sitúan en pequeñas zonas que ocupan los suelos más descarnados, formados por rocas sedimentarias alternas de areniscas y margas calizas y en muchas ocasiones han quedado las areniscas a la vista. Estas viuras viven directamente en el suelo del Terciario.
La 2020 fue una añada húmeda, con un invierno bastante cálido, aunque con nieblas abundantes. La primavera fue suave y muy lluviosa, pero las altas temperaturas de mayo adelantaron 15 días la floración. Durante un mes de junio húmedo y frío, se desarrolló un ataque importante de mildiu, que se extendió debido a lluvias intermitentes. El mes de julio empezó con temperaturas frescas que terminaron siendo altas. El envero comenzó con dos semanas largas de adelanto y la maduración se desarrolla sin problema. Los vinos de esta añada son de muy buena calidad, con buena concentración, frescos, de taninos finos y dan pronto la cara.
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