Por Isabel Fernández
El diseño de interiores ha dejado de ser algo decorativo para convertirse en una herramienta estratégica con impacto directo en la salud, la sostenibilidad y el desarrollo económico. Así lo demuestra el hecho de que más del 74 % de los profesionales de la arquitectura y el interiorismo afirme que el diseño mejora el bienestar de las personas, según el estudio The New Habitat 26/27 realizado por APE Grupo.
La funcionalidad cobra un nuevo sentido en este escenario: ya no se trata solo de optimizar el espacio, sino de crear entornos que se adapten a diferentes ritmos de vida, emociones y necesidades personales. Se convierte así en la segunda gran prioridad para los profesionales del diseño, justo por detrás del bienestar.
En tercer lugar, queda la rentabilidad del proyecto, lo que refleja una evolución en el sector: generar valor hoy también significa generar vínculos.
La sostenibilidad sigue siendo un eje fundamental en el diseño de espacios, aunque con una mirada cada vez más pragmática. Lejos de enfoques idealizados, los profesionales la abordan ahora desde criterios técnicos y medibles, integrándola como parte estructural de los proyectos. El 54,2 % considera que será un aspecto clave a corto plazo y los clientes están dispuestos a asumir un aumento medio del 24,4% en el presupuesto para lograr soluciones más sostenibles. Además, la inversión global en diseño se incrementará un 18,3 % el próximo año, lo que dibuja un escenario optimista y consciente: más ambición, pero también más responsabilidad.
En el contexto de proyectos de diseño y equipamiento, canal contract se refiere a la distribución de productos y servicios para espacios de uso colectivo, como hoteles, restaurantes, cafeterías, spas, oficinas y otros establecimientos, donde los profesionales del diseño, arquitectos e interioristas juegan un papel clave en la selección de productos y la ejecución del proyecto.
Los clientes finales suelen delegar la toma de decisiones en profesionales como arquitectos, diseñadores de interior o decoradores, conocidos como prescriptores, quienes trabajan con intermediarios comerciales. Su trabajo, por tanto, incluye la selección, suministro e instalación de mobiliario, revestimientos, iluminación y otros elementos de equipamiento. Requiere de una alta capacidad productiva para atender grandes volúmenes de pedidos y cumplir con especificaciones técnicas y normativas específicas. Además, el servicio postventa y la flexibilidad operativa son importantes para garantizar la reposición y el mantenimiento de los productos.
En la actualidad, hay una gran cartera de profesionales especializados en este tipo de proyectos que hacen de nexo de unión entre el cliente-empresario del establecimiento y las empresas proveedoras que ofrecen específicamente productos válidos para estos locales. Existen también compañías que ofrecen un servicio integral al proyecto contract, es decir, se hacen cargo desde el primer boceto del diseño del espacio hasta la entrega de llaves, responsabilizándose de toda la cadena de trabajo.
¿Y qué suelen demandar los responsables de los establecimientos a estos profesionales?
Franco Costa, presidente de Costa Group, responde que «los empresarios piden sobre todo soluciones a medida que combinen funcionalidad, diseño y durabilidad. Quieren saber cómo podemos apoyarles en cada fase del proyecto: desde la consultoría inicial hasta la producción, pasando por la entrega y el montaje, todo ello con plazos ajustados y respetando el presupuesto».
Por su parte, Àngels Castellarnau Visus, arquitecta y fundadora de Edra arquitectura km0, considera que «los empresarios buscan ante todo que el proyecto responda de forma estratégica a su modelo de negocio. Más allá de diseño atractivo, demandan funcionalidad operativa, durabilidad en los materiales, eficiencia energética y una experiencia espacial que refuerce identidad de marca. Valoran especialmente la capacidad de los equipos técnicos para coordinar todas las fases del proyecto –desde la conceptualización hasta la puesta en marcha– con control de plazos y presupuestos. También es clave que el diseño sea flexible, adaptable a distintos usos, y que cumpla con toda la normativa vigente en materia de accesibilidad, seguridad y sostenibilidad. El éxito de un proyecto integral está en saber escuchar, interpretar y traducir esas necesidades en una arquitectura que sea, al mismo tiempo, eficiente, coherente y con sentido».
Asimismo, la interiorista Pia Capdevila destaca que «existen dos grandes perfiles. Por un lado, están los empresarios que ya cuentan con una identidad de marca muy definida, con manuales corporativos claros y una visión estética consolidada. En estos casos, el proyecto debe alinearse con los valores y códigos visuales de la marca, garantizando coherencia en cada detalle. Por otro lado, hay quienes buscan diferenciarse con un concepto creativo potente, capaz de construir un storytelling único que transforme la visita en una experiencia. Aquí se trata de sorprender, emocionar y fidelizar a través del interiorismo, generando un universo propio que aporte valor añadido al negocio. En ambos casos, lo que más se valora es la capacidad de diseñar espacios que, además de bellos, sean funcionales, rentables y altamente experienciales».
Por tanto, hay que tener muy claras las distintas fases del proyecto, quién interviene en cada una de ellas y cómo se va a ejecutar.
Juan Luis Requena, socio fundador de Requena y Plaza, apunta que «todas las fases requieren mucha escucha hacia el cliente, considerando que somos los expertos para lograr resolver los desafíos del cliente y evitar darles ‘quebraderos de cabeza’. Prima la confianza. En todo caso, esa labor de escucha empieza por la definición y análisis del briefing. Aquí tratamos de entender al cliente, no solo en lo más evidente, sino también hay que saber leer entrelíneas: con nuestra experiencia vamos guiándole para comprender y acordar sus objetivos funcionales y estéticos. Una vez tenemos las ideas claras de lo que quiere y necesita el cliente, comenzamos con el diseño más conceptual. Esta etapa es importante porque a futuro ahorra siempre tiempo y dinero: desarrollar una propuesta que integre branding, funcionalidad y entorno desde el inicio es clave para que no haya problemas posteriormente. Cuando el diseño ya ha sido aprobado por el cliente, entramos en la etapa de planos técnicos, memoria, selección de materiales y confirmación de presupuesto. Esto nos permite elegir oficios y materiales cumpliendo los plazos y no tener que estar improvisando sobre la marcha de la obra. La ejecución de la obra requiere una comunicación constante. Nosotros nos encargamos de la coordinación de los diversos gremios e innumerables proveedores, del control de calidad según las prescripciones y de la gestión de los plazos de todo el conjunto. Una vez la parte de ‘obra pura’ va finalizando, comienza el momento de los acabados finales, la decoración y el equipamiento de mobiliario, en el que nuestras fortalezas y el experto conocimiento del amplio equipo de nuestro estudio son realmente destacables por la larga experiencia acumulada en estas tareas».
Paco Lago, CEO y diseñador de Estudio Lago, enumera las siguientes fases: «análisis del concepto y necesidades del cliente (tipo de servicio, target y volumen previsto); desarrollo del concepto de interiorismo, adaptando funcionalidad, estética y branding; diseño técnico y documentación (planos, instalaciones, iluminación, mobiliario y domótica); presupuesto y planificación de obra y producción; ejecución y seguimiento, asegurando la coherencia con lo proyectado, y ajustes finales y puesta en marcha, incluyendo pruebas de sonido, luz y confort ambiental».
Para Alejandra Pombo, CEO de Pombo Estudio, «es muy distinto a los trabajos en viviendas. En hoteles, a veces ni se cierra el hotel por completo; en restaurantes es superrápido porque hay que rentabilizar cuanto antes. Es importantísimo el concepto que queremos contar y, a partir de ahí, nos ajustamos a los timmings que manda el cliente. La primera fase es la más importante: saber transmitir lo que quiere el cliente o, a veces, es al revés, ya que somos nosotros los que proponemos porque el cliente quiere transmitir algo especial, pero no ha encontrado el concepto idóneo. Por ejemplo, con un chef te tienes que adaptar tú; él tiene muy claro lo que quiere y tienes que hacer real esa experiencia 360 º. Clientes que quieren locales de moda cumpliendo los tres pilares para el éxito: funcional, estético y rentable; otros quieren actualizarse sin perder su esencia».
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