Por Isabel Fernández
Los clientes buscan mucho más que un simple lugar donde pasar una noche: apuestan por espacios que sorprendan y sean exclusivos, donde el interiorismo sea clave para conseguir que el establecimiento destaque, que llame la atención y que sea único. Y no solo miran aquellos elementos que son la base de la decoración, como pueden ser muebles, pavimentos, cerramientos, textiles, sino que se centran en otros pequeños objetos sin los cuales el interiorismo no estaría completo. Cuadros, espejos, alfombras, plantas y flores, velas, luminarias y otros elementos decorativos no solo embellecen el hotel, sino que también comunican la esencia y el carácter de la marca, creando una conexión única con los huéspedes.
Por ejemplo, renovar un hotel o restaurante sin grandes obras es posible con estrategias inteligentes: incorporando elementos decorativos llamativos, como arte local o piezas de diseño; cambiando textiles, cojines y tapizados para actualizar la paleta de colores y texturas; mejorando la iluminación con lámparas modernas y luces regulables; incorporando espejos para potenciar la iluminación de la estancia; usando vinilos decorativos y papel pintado para renovar paredes sin obras, etc.
El uso de flores y/o plantas es todo un must have en el interiorismo contract. Las instalaciones se decoran con estos elementos para proporcionar un espacio más fresco y natural. Se emplean en la recepción, habitaciones, baños, restaurantes, bares, salas de reuniones…
Para Silvia Carmona, directora creativa de 4Cadires, “la decoración floral en un hotel va mucho más allá de lo ornamental. Bien planteada, es capaz de reforzar la identidad del proyecto y generar un vínculo emocional inmediato con el huésped. Un lobby o restaurante con una instalación floral cuidada transmite hospitalidad, frescura y atención al detalle, convirtiéndose en una experiencia sensorial que el visitante recuerda y asocia al hotel. En un sector en el que la experiencia pesa tanto como el confort, la decoración floral funciona como un recurso estratégico de storytelling: mediante especies locales, composiciones que evocan el paisaje o propuestas estacionales, conecta al viajero con el lugar y aporta autenticidad”.
Por su parte, Xavier Martinell, director de Luzio Studio, comenta que “la decoración floral aporta frescura y vida a los espacios de un hotel. Pueden ser un elemento importante del conjunto estético del espacio. Además, suelen ser símbolo de lujo y distinción si son ejecutados y presentados acorde con ello”.
La elección de la ubicación de este tipo de ornamentación influye completamente en el ambiente. Así, en el lobby establece una sensación de bienestar y lujo, creando una primera impresión muy positiva. En los pasillos y escaleras, que en muchas ocasiones parecen que son zonas de las que nadie se acuerda, introducir estos elementos aporta cohesión con el resto de la estética del hotel. Colocar ramos en las mesas de los restaurantes crea un ambiente íntimo y sofisticado que realza la experiencia gastronómica. En habitaciones y suites, un pequeño jarrón con flores frescas en la mesita de noche o en el escritorio puede hacer que los clientes se sientan especiales durante su estancia.
La interiorista Pia Capdevila recomienda colocarlas “en la recepción y el lobby, donde generan una primera impresión; en salones y zonas de descanso, para aportar calidez, y en restaurantes, para ayudar a crear una atmósfera más agradable y cuidada”.
En cambio, Víctor Medina Bastard, profesor de Insenia y fundador del Estudio BastarDesigner, afirma que «cualquier sitio puede ser bueno o malo para colocar este tipo de elementos decorativos. Podríamos colocarlos desde en una recepción donde queramos aportar frescura mediante la sensación de introducir el exterior en el interior, color, dependiendo de la época del año a la que queramos trasladar al cliente o al ambiente general, hasta en unas habitaciones, con pequeñas notas que aporten una sensación de personalización y exclusividad al huésped en su bienvenida, pasando por salones de eventos, spas, zonas exteriores, etc. Quizá uno de los espacios donde a priori menos recomendaría en la mayoría de los casos, y no siempre, sería en restaurantes, donde esos olores y colores no solo podrían competir con el elemento principal al que está destinado este espacio, que es la comida, sino también que podría desvirtuar la misma y, por tanto, generar un perjuicio del que tenemos que tener cuidado”.
En cuanto a las tendencias, Carlos García, sales manager de Andrea House, explica que “varían según el tipo de hotel y la temporada, pero algunos motivos que están en auge son la avena natural, el trigo y la lavanda. Estos motivos aportan un toque rústico, aromático y fresco, alineándose con estilos que buscan conectar con la naturaleza y la sencillez”.
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