
En pleno corazón del Caribe surge un espacio que transporta directamente al alma del hogar italiano: Caruso, un restaurante diseñado por el estudio de arquitectura Arquimilio, liderado por Ramón Emilio Jiménez Vicens, en República Dominicana. Con una estética alegre, íntima y profundamente evocadora, Caruso rinde homenaje a la figura entrañable de la nonna italiana y al espíritu cálido de las casas llenas de historia, objetos y afectos.
Reconocido con una mención de honor en la segunda edición de los APE Grupo Architecture Awards, el proyecto destaca por su carácter escenográfico, su riqueza sensorial y su particular forma de reinterpretar lo popular desde una mirada contemporánea y valiente. La arquitectura interior de Caruso rinde homenaje a las raíces populares caribeñas y a la herencia italiana, creando un lenguaje híbrido, desinhibido y profundamente humano. Un espacio donde el visitante no solo come: vive, recuerda y se emociona.
En apenas unos metros cuadrados, el restaurante despliega una atmósfera exuberante y acogedora. Cada rincón está cuidadosamente pensado: paredes revestidas en cerámica, estanterías de madera colorida con productos italianos y detalles que despiertan la nostalgia. Los chandeliers, transformados en jardineras invertidas con plantas de limón, aportan frescura y originalidad.
La barra destaca por una espectacular instalación: una lámpara compuesta por tomates de cerámica suspendidos a distintas alturas, creando una delicada cascada visual. El diseño logra un balance magistral entre lo tradicional y lo contemporáneo, generando una experiencia sensorial envolvente.
Los colores vibrantes, los murales pintados a mano con escenas clásicas italianas y la riqueza en elementos decorativos terminan de consolidar un espacio cargado de personalidad y calidez. Caruso no solo es un restaurante: es una historia contada a través del diseño, una memoria compartida en cada plato, en cada detalle.
Cerámica como envolvente, memoria y atmósfera
En Caruso, la cerámica de APE Grupo, con la colección Souk, adquiere un protagonismo sereno pero decisivo. Revestir por completo los muros interiores con este material permite generar una atmósfera continua y envolvente, donde se diluyen los límites entre cocina y sala, entre lo técnico y lo sensorial. Lejos de limitarse a una función decorativa, la cerámica actúa como una piel que envuelve todo el espacio, borrando los límites entre cocina y sala, entre técnica y experiencia.
«Utilizamos una pieza cerámica de formato reducido, con destonificación y esa ligera imperfección que evoca lo hecho a mano. Este material nos ayuda a transmitir la nostalgia de la cocina de la nonna, donde todo gira en torno al alma familiar y el ritual del amor a través de la comida», explica Ramón Emilio Jiménez Vicens.
Para el arquitecto, el diseño no es solo visual sino sensorial: “Creemos mucho en los contrastes y en que la experiencia sensorial es táctil. La cerámica es uno de los elementos más versátiles y poéticos que usamos en nuestros proyectos”.
A pesar de su estética vibrante y llena de detalles, Caruso no se percibe como un espacio recargado. Todo está al servicio de una historia. Desde los limoneros convertidos en candelabros hasta los tomates cerámicos suspendidos, cada elemento tiene sentido dentro del universo emocional del restaurante. «Caruso es maximalista, pero todo está amarrado a una narrativa. Queríamos que cada persona se enamorara de un rincón diferente, que sintieran que el espacio también les pertenece», cuenta Ramón Emilio.
Caruso formó parte de la exposición central de la novena edición de la Bienal Iberoamericana de Diseño (BID), celebrada en Madrid bajo el lema Diseño Expandido. Esta muestra reunió destacadas obras de diseño de América Latina, España y Portugal, y puso en valor aquellas propuestas capaces de generar impacto cultural, social y estético. En este contexto, Caruso se presentó como un símbolo del diseño interior dominicano y un ejemplo de cómo los espacios pueden contar historias, activar la memoria colectiva y hacer que quienes los habitan se sientan en casa.
Fundado por el arquitecto dominicano Ramón Emilio Jiménez Vicens, el estudio Arquimilio se ha consolidado como un taller creativo de referencia en República Dominicana. Con una marcada sensibilidad por la materialidad, el contraste y la narrativa espacial, Arquimilio apuesta por una arquitectura emocional, en la que cada proyecto tiene una identidad propia y una atmósfera reconocible. Su trabajo destaca por el uso expresivo de texturas, la reinterpretación de elementos tradicionales y una aproximación escénica al diseño interior, como queda demostrado en Caruso. Fiel a su lema Cada espacio debe tener alma, el estudio aborda cada proyecto como una oportunidad para contar una historia que conecte con los sentidos y la memoria colectiva.
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