Las cocinas industriales están compuestas por todo tipo de maquinaria. A grandes rasgos, se pueden dividir en dos grupos: generadoras de frío y de calor. Ambas se emplean con objetivos distintos, pero es imprescindible disponer de los ejemplares adecuados para una cocina bien equipada.
En cuanto al frío, que es en lo que se centra en este reportaje, se incluye aquella maquinaria dedicada a conservación en frío de alimentos y bebidas. Esta labor es crucial en cualquier restaurante o cocina de producción industrial, ya que posibilita guardar determinadas elaboraciones hasta su servicio o materias primas con las que elaborar los platos a una buena temperatura. Frutas, carne, mariscos, pescados, verduras, lácteos, entre otros, son algunas de las comidas que tienden a ser afectadas por los microorganismos del ambiente, llegando a pudrirlos y hacerlos no aptos para el consumo humano. Esta situación puede ralentizarse con el uso de maquinarias que generan temperaturas frías, logrando que los alimentos puedan conservarse durante días, semanas, meses e, incluso, años. Esto supone una reducción de costes en alimentos que beneficia a restaurantes y otros locales.
Por tanto, en todo negocio de restauración se precisa utilizar emplear ciertos aparatos de refrigeración que ayudan a la preservación de los alimentos perecederos. La línea frío industrial está formada por una gran cantidad de equipos que se adapten a las necesidades de la instalación. Así, hay maquinaria destinada a la refrigeración, conservación y exposición de productos. Todos estos aparatos están diseñados para tener una temperatura amplia, desde bajo cero (-30 °C) hasta otras más templadas (15 °C). Esto dependerá del tipo de alimento, ya que hay algunos que requieren conservarse congelados y otros solo necesitan una temperatura baja o fresca.
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