La pandemia ha intensificado la importancia que las personas otorgan a la salud física y mental. Ello ha generado que se incremente la demanda que ya existía en el contexto preCovid de productos de bienestar.
Entre las tendencias que imperan en la actualidad, se encuentran espacios que alimenten la espiritualidad y favorezcan la conexión con el ser interior, así como las arquitecturas que emocionen y toquen el alma. Además, se demandan cada vez más experiencias que impulsen y pongan en centro la respiración, así como expertos que trabajen en ello. Por este motivo, está cada vez más de moda el mindful travel o turismo transformador, en el que los viajes contribuyen al desarrollo personal y a la transformación significativa de los viajeros. También gana protagonismo el combinar experiencias de turismo de bienestar con otras como, por ejemplo, el deporte, la gastronomía, el patrimonio, la enología, etc. Por tanto, la demanda se ha decantado por experiencias enfocadas en mente-alma y desarrolladas en espacios naturales. Al mismo tiempo, se opta preferiblemente por alojamientos pequeños, singulares y en entornos naturales.
Por tanto, en los hoteles los espacios para wellness o spas han dejado de ser un valor añadido, reclamo o elemento diferenciador destinado a atraer público para ser una instalación casi imprescindible. Por ello, deben estar preparados para ofrecer el mejor servicio a sus clientes. Los expertos turísticos han situado al turismo de bienestar como una de las claves más importantes de negocio en el sector, a los mismos niveles que el turismo cultural; y las áreas de wellness se hacen imprescindibles, más que necesarias para los establecimientos que quieran ser competitivos.
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